martes, 8 de julio de 2008

Inmigrantes: Vivir o Morir


Cuando observamos desde nuestros países "tercermundistas", a través de diferentes medios, la vida en norteamérica o países europeos pensamos en querer estar en unos de esos lugares por lo menos de visita, y muchos con inmensos deseos de vivir en ellos, siendo los preferidos Estados Unidos o España.

Cuando se está de visita es una experiencia espectacular, se conocen culturas, religiones, creencias, costumbres y muchas curiosidades, pero cuando se vive en calidad de inmigrante la situación es distinta.

Hablaré de Estados Unidos porque allí es donde resido como inmigrante. Los ciudadanos extranjeros que desean ingresar a este país y no cuentan con una visa concedida por las autoridades a cargo de este asunto deben hacerlo por la frontera con México, y en su mayoría son mexicanos seguidos de salvadoreños, peruanos, ecuatorianos, guatemaltecos, hondureños, bolivianos, chilenos, colombianos; además hay otros tantos como los chinos, africanos, jamaiquinos, haitianos y cubanos que quizás tengan otra vía de entrada, como el tráfico de personas. En fin, en este país, y más en la ciudad de New York, podemos conseguir nacionalidades de todas partes del mundo, sobre todo de inmigrantes de países que por diferentes razones se han visto en la necesidad de dejar sus tierra.

New York recibe el nombre de "La Capital del Mundo", principalmente por ser la cuidad donde se realizan las más grandes operaciones económicas a escala mundial gracias a las diferentes nacionalidades que hacen vida en esta urbe.

Sin embargo, el norteamericano cuando se refiere al inmigrante (con un sentido peyorativo) está hablando de los ciudadanos centro y suramericanos, a pesar de tener inmigrantes de todo el mundo, y esto se debe lamentablemente a que el hispano suele meterse en problemas delictivos con facilidad; no son todos los norteamericanos pero muchos nos catalogan a todos los hispanos como los "inmigrantes".

He escuchado experiencias contadas por ciudadanos que han cruzado el hostil desierto entre México y Estados Unidos, y mínimo son tres días con sus noches caminando a riesgo de alimañas, serpientes, arañas, de quedarse sin comida ni agua a mitad de camino. Las personas que viven cerca de la frontera suelen colocar recipientes pintados de azul celeste, el color universal que indica agua, para apoyar el esfuerzo de estas personas y durante el día intentan contactarlos en el desierto y sacarlos de donde se ocultan para brindarles comida.

Por esa frontera transitan hombres, mujeres y niños y no todos logran la travesía, muchos son detenidos y deportados a su país; otros tienen que estar encarcelado meses, antes de enviarlos de regreso a su país; y miles de personas mueren anualmente en el intento. Se han conseguido en el desierto cantidades de bolsos, morrales con pertenencia de quienes no lo logran y hasta coches.

Pies hinchados y con ampollas, hambre, sed y la piel quemada por el sol son las características de los que logran entrar, por los "caminos verdes", al país del Tío Sam.

Cuando los coyotes (las personas a quienes se le paga para que conduzcan a los inmigrantes a través del desierto) notan que una persona está enferma o cansada no se detienen a auxiliarlo, sencillamente los abandonan. Los coyotes pueden llegar a ser personas tan déspotas que, aparte cobrar por pasar a las personas a través de la frontera, chantajean, roban y hasta violan a las mujeres.

Además de la guardia fronteriza, deben lidiar con la vigilancia de los grupos anti-inmigrantes que se dan a la tarea de balear los recipientes azules para que el agua se pierda o cazan a los inmigrantes para entregarlos a las autoridades.

Muchos mexicanos, que están de manera irregular en norteamérica, y ya conocen la rutina regresan a su país a visitar a sus familiares cada cierto tiempo y, por si solos, emprenden la travesía; si los detienen y son devueltos lo intentan nuevamente a la semana, y así hasta que lo logran. Hay quienes caminan mucho más tiempo, hasta 15 días, porque dicen que mientras más lejos es menos riesgoso de ser capturados.

Ya ven que la primera etapa que los inmigrantes "irregulares" pasan para intentar tener una "vida mejor" en los Estados Unidos no es nada confortable. Para muchos otros que entran a ese país con visa y deciden quedarse las vivencias no son tan malas, pero sino manejas el idioma inglés y eres un indocumentado la vida en ese país no les va ser nada fácil.

Quiero terminar esta parte con una reflexión: nuestros países tienen un gran potencial, muchas riquezas y podrían tener mejores condiciones, inclusive más de las que tienen países como Estados Unidos y el continente europeo.

No obstante, los inmigrantes buscamos radicarnos lejos de nuestra nación, porque a pesar de contar con modestos ingresos podemos vivir un poco mejor o por lo menos mantener a nuetros familiares con vida y colocar el pan diario en la mesa de sus hogares.

Esta figura de inmigrantes debemos agradecérsela a los gobernantes que hemos tenido durante tantos periodos, que sólo han pensado en enriquecerse y en defender otras causas que no tienen nada que ver con el beneficio de los ciudadanos de su país, o como esos señores Presidentes dicen " EL BENEFICIO DEL PUEBLO".